Empecemos por lo que importa: uno, la página semanal de “Furbo” (el chiste que más gracia me ha hecho hasta ahora está ahí); dos, esta pieza en Rockdelux sobre “La Guerra de Gaza”, el tebeo de Joe Sacco (está muy bien). Una vez leídas estas dos cosas y subido el tráfico de sus respectivas webs, vamos a por mi encuentro cara a cara con la Cultura de hace unos días.
El miércoles de la semana pasada, el Ministerio de Cultura organizó un sarao (porque es lo que fue, yo quería hacer preguntas y me tuve que peinar, recordad que soy calvo) para presentar las actividades de la delegación española en el festival de Angoulême de este año porque somos país invitado (perdón, ahora se dice “focus country”, aunque ellos sean franceses y nosotros españoles) y si somos los mejores bueno y qué. El acto fue la clásica pantomima política donde no se viene a decir nada y si lo dices tampoco es que te hagan mucho caso (así le pasó a Aneke, artista que acudió en representación de la profesión y expresó en su discurso sus miedos y temores ante la I.A. y la precariedad y como el que oye llover). También estaba el señor ministro himself, con cara de querer pirarse cuanto antes (que, para ser justos, es su cara habitual), y aquello fue bueno, pues lo que fue. Al menos luego daban tortilla (y vino, ojo, a las once y media de la mañana). Aquí tocaría explayarme un rato sobre la raíz y las derivadas del asunto, pero (aquí viene el plot twist) me han encargado un texto para esta semana sobre el particular y ya os lo enlazaré debidamente, no me voy a sabotear a mí mismo que encima ese me lo pagan y todo esto lo hago por la patilla. Y bueno, por vosotras, lectoras, claro.
Ah, estuve el viernes en Los 3 Hermanos de Moriarty presentando “Más Presidente Trump” y aunque vino poquita gente, pues lo pasamos muy bien, la verdad. Gracias por pasaros, eh.
Cierro ya, no sin antes contaros que me he leído el último tebeo de Liv Strömquist, “La voz del oráculo), y es una turra de tres pares que no va a ningún lado, si me permitís que os dé mi opinión sincera. Un batiburrillo argumentativo que se viene abajo con un soplido y, lo peor de todo, aburridísimo. Una pena, porque sus tebeos anteriores no estaban mal, aunque ya se podía intuir detrás de su aparente levedad formal el dedito acusador de la herencia protestante sueca.
Para ilustrar la pieza de hoy, voy a poner este dibu de Trini Tinturé porque así somos de sonrientes los integrantes de la gran familia de los tebeos.